DESAFÍOS DEL NUEVO PRESIDENTE

Desafíos del nuevo presidente egipcio, el señor Mahammad Mursi, nada menos que un preso político del derrocado Mubarak.

Dada la forma democrática de acceder a la presidencia se entenderá que es el presidente de todos los ciudadanos, y por consiguiente, es necesaria la participación de todos los sectores de la sociedad en la ejecución de las diversas actividades del futuro gobierno, empezando con la llamada a la colaboración de aquellos que no le votaron; afines al régimen anterior, parte de los cristianos, los nacionalista, los nasseristas liberales y laicos. Egipto es un gran país con gente muy apta para gobernar y de reputación internacional a quienes se debe de dar la oportunidad de participar en el gobierno del tipo de Baradei, Al Baz, como mencionar algunos. Debe de confirmar a todo el mundo que no es tan malo como lo han descrito y amenazaron de su elección.

Sabemos que tampoco su contrincante fue aclamado por buena parte de los ciudadanos, sino todo lo contrario, habría obtenido votos de electores mediante la llamada “votación pasiva”, valga el término, que quisieron dar su voto pero huían del musulmán.

No creo que los hermanos musulmanes (HM) tengan un completo programa de gobierno, ya que jamás estuvieron de cargo político aunque con actividades sociales y del tipo de ONG, y su slogan “el islam es la solución”, no sería válido. Jamás será como el islam de Irán porque las circunstancias actuales han cambiado mucho. Lo más importante, los Estados Unidos tienen contacto con los HM egipcios, (y con varios responsables de otros países), desde finales de los años ochenta del siglo pasado, de modo que su éxito no les sorprendió y podríamos decir que EEUU habría ayudado, en cierto modo, a este éxito. El programa político, para aprobarse debería tener representación de todos, los casi noventa millones de egipcios. Se sabe que Egipto es una región muy atractiva a la inversión: en el turismo que tiene su infraestructura muy bien establecida y acoge a millones de empleados. Los islamistas deben de saber que los lugares turísticos existen mucho antes de la aparición del islam y no pueden acaparar su futuro; numerosos países fuera de la región, occidentales en su mayoría, China, países del  Golfo anhelan invertir en Egipto y se debe de darles esa oportunidad. Lo único que exigirían son seguridades y plena colaboración con el nuevo gobierno. Las inversiones en el canal también es otra fuente de mantener la economía del país. Sin olvidar el dinero de los multimillonarios egipcios. Existen más millonarios y de más fortuna islámicos que afines al ejercito y al gobierno anterior de Mubarak.

En resumen el gran desafío ante el nuevo presidente sería luchar contra la pobreza en primer lugar, y devolver la dignidad al ciudadano egipcio, (más de cinco millones trabajan fuera del país), que los anteriores gobiernos conocidos por su represión y corrupción habían humillado tanto a su ciudadano.

En segundo lugar el nuevo gobierno debe comprometerse a NO rechazar a todo lo que no sea islámico, NO tildar de traidores a los demás y NO a mentir en política, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Quizás con esto los que rechazaron darles sus votos vuelvan a confiarse en los islamistas.

Y lo más importante para Mursi, es cómo maniobrar con el Consejo Militar durante los primeros meses. Este se comprometió de entregar el poder al elegido presidente pero dos días antes de las elecciones el tribunal constitucional dio con el beneplácito del CM su fallo de resolver el parlamento elegido en noviembre 2011, cosa que podía haber hecho por la inconstitucionalidad de la elección de la tercera parte de sus miembros en su momento. Pero este fallo sigue siendo irrevocable y Mursi debe de cooperar muy inteligente y diplomáticamente con los militares que aun siguen dominado la estrategia del país. Quizás sea esta la condición impuesta por los EEUU y bien acordada por el CM hasta que pase cierto tiempo. La segunda republica desde 1953 siempre fue liderada por cuatro generales del ejército. Entendemos que no sería fácil para los militares dejar aparte sus privilegios y poderes en la elaboración de la política exterior así de sencillo, y depositarla en manos de un civil, islamista bien conocidos por su enemistad hacia la entidad sionista internacional y representada por Israel y su rechazo a todo occidental aunque en apariencia. A Mursi no se otorgará la jefatura superior de las fuerzas armadas del mayor poblado país árabe y más con todo lo que está sucediendo en Oriente Próximo, los vínculos con Irán, y la primavera árabe que aún no ha dado su fruto. Pedimos suerte que no suceda ni el senario argelino de 1993, ni el pakistaní tras los asesinatos, con colaboración muy activa de los EEUU, de tres presidentes. Esperamos que el egipcio sea un gobierno nacional tal como lo declaró anoche el nuevo presidente y tal como lo fueron los gobiernos de Muhammad Ali y de Gamal Abdul Nasser.

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