El terrorismo del Califato nos alcanza en Europa

Nadie dudaría de la necesidad de la libertad de expresión ni defendería los abominables actos de los descerebrados fanáticos salvo otro desequilibrado mental y racional. Pero nos olvidamos que hemos creado para el circo internacional a un salvaje oso. Lo entrenamos para luchar por nosotros contra el comunismo de la URSS hasta que fuera demasiado fuerte para no poder controlar sus presentaciones ante el público. Nadie había contado con lo que pudiera suceder en el futuro ya que y a consecuencia de una mala jugada el oso quedó mal herido hasta el límite de no peligrar su vida. Y ahora pretendemos destapar sus heridas ante el público y enseñárselo como si fuera un animal defectuoso, pero olvidamos que esta defectuosidad es de fábrica. ¿Qué esperamos de él, cuando lo humillamos y lo herimos en su más elemental naturaleza de animal de bosque…, que se quede manso y obediente como cuando estaba ileso?
La guerra contra el terrorismo se inició en Afganistán y acto seguido en Irak sin justificación alguna para derrocar al régimen de Saddam. Conseguido esto Irak, al año, se convirtió en la cuna del terrorismo que queríamos erradicar meses atrás. Lo dejamos a su suerte con masacres diarias, destrucción del país y obligando a más de un millón de iraquíes a buscar refugio fuera de sus fronteras y otras tantas deshumanas violaciones. Hoy día estos fanáticos del califato cometen diariamente sus barbaridades dejando a victimas decenas y centenares de ciudadanos del Mundo Árabe en Oriente Próximo y en el Norte de África en especial que supieron vivir en armonía y paz durante siglos, sin ignorar a los asiáticos en Pakistán y Afganistán entre otros.
Llevamos ahora cuatros años repitiendo la complicidad misma en Siria. Y Libia, ¿alguien se acuerda de este país? Señores míos, ¿hasta cuándo mantendremos la cabeza enterrada en la arena?
Al fanático no debemos enfrentarnos a él con sus mismos métodos aunque parezcan o nos los pintan estos más civilizados.